VOCES DE GUERRERAS I

La memoria histórica es esencial para prevenir los ciclos de violencia: permite reconocer las injusticias del pasado, facilita la curación y la reconciliación, aborda las causas profundas de los ciclos violentos, fomenta los valores democráticos y educa a las generaciones futuras. Al asumir la memoria histórica, las sociedades pueden sentar las bases de una paz, una justicia y una transformación social duraderas con más facilidad.

Proyecto audiovisual “Voces de Guerreras”, es producido por la Asociación Local Centro Arte para La Paz con el apoyo de La Colectiva Feminista para el Desarrollo Local y aborda las historias de vida de varias mujeres de la comunidad de Suchitoto. 

Los relatos de la Hermana Peggy (monja de las Hermanas de la Caridad), de Morena Herrera (excombatiente guerrillera y activista feminista), de Yolanda Serrano (cocinera vegetariana y agricultora) y de Melita Martínez (costurera y miembro de la Asociación de Parteras Rosa Andrade) se entrelazan para tejer una nueva narrativa del conflicto civil de El Salvador (1979-1992) desde nuevas perspectivas. Más personales. Más particulares. Permitiéndonos también, 30 años después del final de la guerra, conocer cómo es su día a día, cómo lograron superar sus heridas, los traumas que dejo la contienda y cómo ven el futuro de su país.

Y es que las mujeres desempeñaron un papel importante y polifacético en la guerra civil salvadoreña. Participaron en la lucha armada y no armada, como combatientes, organizadoras, enfermeras y cocineras. Y sus historias de coraje, resistencia y transformación inspiran esperanza y, al aprovechar el poder de la narración, las sociedades pueden aprender de la historia, fomentar la empatía y trabajar hacia un futuro más pacífico e inclusivo. 

Además, el trabajo de preservar la memoria histórica ayuda a los jóvenes a mantener un sentimiento de identidad colectiva al conectarlos con las experiencias de generaciones anteriores, fomentando una comprensión más profunda de sus raíces y de las luchas que padecieron sus predecesores. Los jóvenes pueden aprender de los errores y aciertos de las generaciones anteriores y contribuir a construir una sociedad más pacífica fomentando el pensamiento crítico, la empatía y la compasión. Al conocer la resistencia y la determinación de generaciones anteriores, que enfrentaron retos similares, pueden encontrar fuerzas y motivación para superar sus propias dificultades y escapar del ciclo de la violencia.